28 / 03 / 2024

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Neuronas espejo y aprendizaje

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NEURONAS ESPEJO

Neuronas espejo y aprendizaje

Desde la década de los años ’90 las investigaciones en neurociencia han implicado a las neuronas espejo en la base neurofisiológica para los procesos de aprendizaje social (o por observación), la cognición motora, la cognición social, la imitación, la adquisición del lenguaje o la empatía.

Diferentes investigaciones sugieren y demuestran que las neuronas espejo se encuentran relacionadas con regiones del cerebro que regulan las emociones, como la Ínsula y el Sistema Límbico.

Estas neuronas, disparan potenciales de acción cuando una persona realiza una tarea motora y también se disparan cuando un individuo observa pasivamente a otra persona que realiza la misma tarea, por lo que se considera que son fundamentales en la imitación como medio de aprendizaje.

El aprendizaje por imitación es de las primeras formas del niño de explorar sus habilidades. El niño ve la sonrisa de un cuidador y la reproduce. Oye voces e imita los sonidos. Podríamos decir que la imitación permite al cerebro realizar conexiones neuronales de forma básica: viendo y haciendo.

Resulta interesante destacar que diferentes estudios (Ricciardi, Pietrini) demuestran que la experiencia visual no es necesaria para el desarrollo y la función del sistema de espejo. El sistema de espejo humano puede desarrollarse sin el aporte visual y es capaz de procesar la información sobre las acciones por otras vías y modalidades sensoriales.

Pero las neuronas espejo van más allá, están conectadas con los estados mentales asociados con la conducta, por lo que ayudan a interpretar de forma automática la acción.

El neurocientífico Giacomo Rizzolatti, quien con sus colegas de la Universidad de Parma identificó las neuronas espejo en la década de 1990, postula que podrían ayudar a explicar cómo y por qué «leemos» las mentes de otras personas y sentimos empatía por ellas. Gracias a las neuronas espejo interpretamos cómo se sienten los demás.

El neurocientífico Bruno Mimbre, ha usado la RMF (Resonancia Magnética Funcional) para observar la emoción de asco. En una investigación publicada en la revista Neuron (Vol. 40, No. 3, páginas 655-664), los participantes inhalaron olores nocivos -tales como el ácido butírico (huele a podrido) y también vieron una película en la que un actor arrugaba la cara y miraba con disgusto. Los investigadores encontraron que tanto la sensación de asco que tuvieron al oler y como viendo a alguien que mostraba una mirada de disgusto, se activó en ambos casos un segmento particular de un área olfativa de los cerebros de los participantes llamada la Ínsula Anterior.

En otro estudio, publicado también en la revista Neuron (Vol. 42, No. 2, páginas 335-346), Keysers y sus colegas experimentaron sobre lo que han llamado «empatía táctil», o la forma en que experimentamos y conocemos la realidad al ser tocados. Keysers encontró que la misma área de la corteza somatosensorial estaba activa tanto cuando los participantes fueron tocados ligeramente en la pierna con un plumero, como cuando vieron imágenes de otra persona a la que se tocaba con el plumero en el mismo lugar.

Otras investigaciones han concluido que las neuronas espejo responden no sólo a las acciones o emociones de otras personas, sino también a la intención que hay detrás de esas acciones.

El concepto puede ser simple, pero sus implicaciones son de largo alcance. Más investigaciones ha sugerido que las neuronas espejo podrían ayudar a explicar no sólo la empatía, sino también el autismo e incluso la evolución del lenguaje.

Las neuronas espejo nos pueden ayudar a explicar cómo conectamos con los demás, cómo intuimos lo que el otro está pensando, lo que el otro va a hacer o lo que el otro está sintiendo.


Neuronas espejo y aprendizaje.

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