Educar la sinceridad

Educar la sinceridad

Démosles mil oportunidades para que confirmen que decir la verdad es positivo y bueno.

Intentemos dejarles claro, en cada caso, que confiamos en ellos, pero que esta confianza es un camino de doble dirección y por lo tanto es necesario que ellos sean sinceros siempre.

Para que se sientan queridos y respetados, es imprescindible fomentar la confianza y el diálogo.

Dale explicaciones adecuadas a su edad.

Durante el diálogo muestra una actitud abierta y conciliadora. Empatiza.

Que el niño compruebe que si confiamos en él, si creemos que es sincero, podrá ir alcanzando más libertad y responsabilidad.

Así mismo, cuando diga la verdad arriesgándose a ser castigado, haremos, a ser posible en público, un especial hincapié en lo orgullosos que nos sentimos por el valor que ha demostrado al decir la verdad.

Procuremos siempre que nuestras reacciones sean proporcionales a la falta cometida y no a nuestro grado de irritación o enfado, que a veces, además, tiene poco que ver con lo que ha hecho nuestro hijo/a.

Si caemos en la tentación de exagerar o dramatizar más de la cuenta, podemos ser nosotros, inconscientemente, los que estemos conduciendo al niño hacia el camino de la mentira. El miedo es enemigo de la verdad y de la sinceridad.

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