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Relacionarse con hijos adolescentes
Relacionarse con hijos adolescentes
La prioridad de los padres debe ser: buscar que el adolescente sea responsable de sus estudios (amigos y ocio) y que cumpla los acuerdos y las normas familiares (que debe conocer bien). Así, poco a poco, será él quien se controle y organice (empezando por su habitación, estudios, paga semanal, horarios de entrada y salida etc.).
Si los padres (frecuentemente, la figura materna) no le han dado autonomía (porque siempre se lo han hecho) para que organice su habitación, recoja el baño después de la ducha, cuide de sus obligaciones escolares,… y, ahora, la disciplina, suavizada durante toda la infancia, aparece en forma de ordeno y mando es fácil que aparezcan conflictos. Ojo, te vas a encontrar con un/a adolescente enfrentado a ti y a lo que tú representas (las normas). Se comprensiva/o.
Dialoga y pacta. Procura ser empática/o.
Las muchas solicitudes o demandas de tu hija/o deben ser filtradas por dos factores: ser razonables y justas, en relación a su edad y a su responsabilidad. Rechaza presiones o chantajes y no des falsas esperanzas… se puede negociar y llegar a acuerdos, pero éstos deben ser totalmente cumplidos. Tampoco debemos hacerles chantajes afectivos (por ej. No decir aquello de: » – ¿Cómo me haces esto a mí ?!! , con lo que yo he hecho por ti !!«). Sólo transmitiremos rencor. Puro veneno para las relaciones humanas.
Querer a un hijo adolescente ya no debe basarse sólo en besos y abrazos, sino en diálogo y aprecio por lo que el joven piensa y hace. Educar es más que querer, aunque a veces el chico/a no entienda nuestras razones y se enfade.
El amor debe ir unido al respeto, no se debe perder el respeto a un hijo/a; pero tampoco permitir que él/ella nos pierda el respeto a nosotros. No se gana nada con los gritos y los reproches. Cuando vuestro/a hijo/a se empiece a «poner tonto», se le dice lo qué debe hacer y uno se va de la habitación donde se esté con él. No le enseñemos a “dialogar a gritos». A gritos no se dialoga.
Un adolescente necesita limites, más amplios y flexibles, pero igualmente claros. Negociar no es malo, siempre que el chaval acepte los acuerdos y no se los salte. La naturaleza le animará a saltarlos. Empieza para ella/él la primera etapa de su juventud, nuestros hijos crecen.
Debemos valorar su responsabilidad y premiarla. Si se pasa, si a pesar de nuestro diálogo afectivo y efectivo, de nuestra paciencia, y de nuestra asertividad y buen humor, nuestro adolescente incumple reiteradamente (no más de tres) una norma; entonces tendremos que recurrir a lo que para mi es el fracaso de la educación: el castigo. Y si debe ser castigado, se aconseja hacerlo con el «dinero y/o el tiempo en la calle», pero nunca quitarle todo, sino una parte de la paga o de tiempo con amigos o juegos (para que realmente valore el castigo). No castigar con tener que estudiar más horas (no lo hará), ni premiar con regalos por las notas; estudiar es su obligación y una parte de su futuro, él/ella debe valorar su importancia y es tu responsabilidad, como madre o padre, educarlo para que lo valore. Los premios y regalos deben basarse en la madurez y los esfuerzos que realiza en su comportamiento en general.
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