Marcar límites

Un niño, una niña, no sólo deber saber lo que puede hacer, sino también lo que no puede hacer: no debe pegar a sus compañeros y compañeras, maltratar animales, romper cosas…

El reconocimiento de los límites no siempre está claro y por eso necesita practicarse como todo lo que se hace durante la infancia. Si hay algo en lo que coinciden todas las criaturas es en su capacidad de insistir en las demandas de determinadas acciones, para conocer hasta dónde pueden llegar, dónde está el límite.

Cuando los límites no se ven claros o son variables (según las circunstancias), el niño o la niña insiste más, pero no consigue saber hasta qué punto es capaz de conseguir lo que pretende.

Un ejemplo de esto son la rabietas de algunos niños para conseguir lo que quieren. Cuando, después de insistir unas cuantas veces y vencida la paciencia del adulto, consigue lo que pretendía, entonces la niña o el niño ha encontrado la «piedra filosofal», porque sabe que es la manera de conseguir lo que quiere: la perseverancia.

En los adolescentes es frecuente la conducta de enfrentarse a adultos para saber hasta donde pueden llegar, es habitual que discutan, que critiquen sus puntos de vista, que lleguen tarde a casa, que no cumplan todas su obligaciones …

El establecimiento de normas familiares o los pactos con los niños y adolescentes, son recursos para marcar límites que sirvan de marco referencial en el que los hijos se muevan.

Se debe reflexionar sobre la rigidez o la permisividad de las nomas y adaptarlas a las edades o circunstancias .

Tenemos que tener presente que, gradualmente, deberemos introducir al niño en la participación del establecimiento de este marco de referencia, considerando sus opiniones sobre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, las normas que deben haber, como también la contemplación de sus deseos en el establecimiento de los pactos.

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