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El apego a los dos años
El apego a los dos años
El apego se hace más evidente siendo muy fuerte alrededor de los 2 años. Ahora las conductas de apego van a configurarse alrededor del desarrollo evolutivo en 2 áreas concretas: la emocional y la del desarrollo físico. Con el mayor nivel de capacidades cognitivas asumidas en esta etapa, los bebés empiezan a distinguir lo extraño de lo habitual y ahora suelen reaccionar negativamente ante situaciones o personas desconocidas. Apartarse de la figura de apego supone producir protestas por la separación que implican llantos y la búsqueda de la madre. Por su parte el desarrollo físico (el niño empieza primero a gatear para luego pasar a la posición erguida y a dar sus primeros pasos), supone adquirir un control respecto al lugar donde se encuentra. Ahora, si desea no separarse de su madre, podrá dirigirse hacia ella en lugar de reclamar su presencia mediante el llanto. El niño gana independencia gracias a sus nuevas capacidades de locomoción, verbales e intelectuales. Este proceso es siempre conflictivo porque exige readaptaciones continuas con ganancias y pérdidas de ciertos privilegios. Por ello suele ir acompañado de deseos ambivalentes de avanzar y retroceder. Las rabietas se aproximan.
Aunque estas etapas y el conjunto del proceso puede parecer sencillo, diferentes factores pueden influir en cómo y cuándo se desarrolla el apego.
Los niños que no tienen una figura de atención primaria, como las planteadas en los orfanatos, pueden no desarrollar el sentido de la confianza necesario para formar un apego.
La calidad de los cuidados es un factor vital. Cuando los cuidadores responden de forma rápida y consistente, los niños aprenden que pueden depender de las personas que son responsables de su cuidado (seguridad), y ésta será la base fundamental para la unión y apego con esta persona.
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