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¿Cómo educar con disciplina positiva?
¿Cómo educar con disciplina positiva?
Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestros hijos. Debemos marcar límites y objetivos claros que le permitan diferenciar qué está bien y qué está mal. Uno de los errores más frecuentes de los padres es excederse en la tolerancia; entonces empiezan los problemas. Hay que llegar a un equilibrio.
Es importante tener unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos.
Estos objetivos han de ser pocos y formulados y compartidos por la pareja o el/la progenitor/a tutor/a. Requieren tiempo para comentarlos e incluso papel y lápiz para precisarlos y no olvidarlos. Además deben revisarse si sospechamos que los hemos olvidado o ya han quedado desfasados por la edad del niño o las circunstancias familiares.
Enseñar con claridad conductas concretas. Para el niño no vale que le digan «sé bueno», «pórtate bien» o «come bien». Estas instrucciones generales no le dicen nada. Lo que sí le vale es que le den cariño e instrucciones concretas. Es importante dejarles claro que lo que no nos gusta es la conducta, pero que a ellos los queremos igual.
Dar tiempo para aprender. Cada uno de nuestros hijos necesita atención y apoyo. Los nuevos aprendizajes son conductas nuevas para él y requieren un tiempo y una práctica guiada.
Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien y no dramatizando lo que hace mal. Reconocer y llamar la atención sobre las conductas que entendamos positivas cuando se produzcan.
Dar ejemplo para tener fuerza moral y prestigio. No restar valor o autoridad a las decisiones del conyugue.
Confiar en el niño/a. La autoridad positiva supone que el niño tenga confianza en los padres. Es muy difícil que esto ocurra si el padre o a la madre no dan ejemplo de confianza en el hijo.
Actuar y huir de los discursos. Una vez que el niño tiene claro cuál debe de ser su conducta es contraproducente invertir tiempo y fuerzas en discursos para convencerlo.
Reconocer los errores propios. Nadie es perfecto, los padres tampoco. El reconocimiento de un error por parte de los padres da seguridad y tranquilidad al niño/a y le anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar, porque los errores no son fracasos, sino equivocaciones que nos dicen lo que debemos evitar y/o corregir.
¿Cómo educar con disciplina positiva?
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