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¿Cómo debe ser el juego?
¿Cómo debe ser el juego?
En la literatura científica es conocida la relación del juego y el juguete en el desarrollo de la motricidad y el esquema corporal, la construcción del lenguaje y el desarrollo del pensamiento simbólico o la construcción de la identidad de género, por citar sólo algunos ejemplos. En este sentido podemos encontrar importantes aportaciones en la psiquiatría, la psicología y la pedagogía (J. de Ajuriaguerra, Piaget, H. Wallon.)
¿Cómo debe ser el juego?
La teoría de Piaget se encuadra dentro de lo que se ha dado en llamar psicología cognitiva o de la consciencia; por lo tanto, la actividad lúdica es considerada una conducta. Esa conducta, en tanto que juego, debe cumplir las siguientes condiciones:
– Que se realice simplemente por placer.
– Que no tenga otro objetivo que la actividad lúdica en sí misma. El juego no busca eficacia, no persigue resultados (carácter autotélico).
– Que sea algo que el niño realice por iniciativa propia.
– Que exista un compromiso activo por parte del sujeto.
El juego es una maravillosa oportunidad para construir relaciones sólidas. Los vínculos que crean la diversión y el juego constituyen, en gran medida, las bases sobre las que se asentarán las futuras relaciones entre padres e hijos.
“Dime a qué juegas con tu hijo y te diré que tal padre eres”.
A veces, sólo viéndolos jugar con sus muñecas o animales de peluche, podremos descubrir cómo se enfrentan a sus dificultades, cómo razonan, qué confianza y autoestima muestran, su paciencia, sus habilidades…
El juego permite al niño organizar su experiencia, administrar su autonomía, su imaginación, descubrir su personalidad, aprender sobre él y sobre el mundo que le rodea.
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