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Promover la integración sensorial
Promover la integración sensorial
Algunos principios básicos para promover una integración sensorial normal.
1. Recordar todos los sentidos
El tacto y el movimiento son al menos tan importantes como la visión y la audición, y ayudan a un niño a aprender sobre el mundo. Conforme un niño va creciendo, la visión y la audición se hacen más críticas para el aprendizaje; esto no quiere decir que en la infancia nos limitemos a satisfacer necesidades relacionadas con luces y sonidos; sino que, el tacto y el movimiento deberían ser tenidos en cuenta. Por ejemplo, un padre bien intencionado puede colocar a un niño en un asiento para niños cerca del salón, de tal manera que el niño pueda escuchar y ver las actividades familiares. Una alternativa sería pasar una cantidad de tiempo sustancial meciéndolo, llevándolo brazos, en una mochila o en un balancín para niños. El contacto físico es particularmente importante, no sólo por la sensación que le proporciona sino también por la oportunidad que ofrece para mejorar la relación entre padres-hijo. Otro aspecto para considerar es la variedad de posiciones corporales que el niño experimenta a lo largo del día. Por ejemplo, desde bebés somos a menudo colocados tumbados hacia arriba en el hospital, a veces, esta es la manera en que los padres continúan colocando a sus niños en las cunas en casa. Sin embargo, al tumbar a un niño sobre su estómago recibe sensaciones diferentes que un niño que es tumbado sobre su espalda o de lado. Proporcionar una variedad de posiciones corporales para jugar, dormir y abrazar ayuda al niño a dominar la gravedad, el movimiento y el control corporal.
2. Ser sensible a las reacciones de tu hijo ante las actividades
Es importante conocer y comprender cómo percibe cada niño las diferentes experiencias y como le afectan. Mientras el tacto suave puede ser agradable para algunos niños, para otros puede ser irritante o le puede distraer. Similarmente, algunos niños pueden reaccionar negativamente a ruidos altos o ciertos tipos de sonidos, o pueden tener problemas para dejar en segundo plano algunos sonidos de fondo, y poder atender a sonidos específicos (por ejemplo la voz de la profesora entre los distintos sonidos de la clase). Algunos pueden exhibir respuestas negativas a las alturas o a ciertos tipos de movimiento, mientras que otros pueden parecer buscar excesivas cantidades de movimiento. Es importante reconocer cómo son las reacciones del niño a ciertas situaciones y que estas pueden ser debidas a cómo ellos perciben su mundo, y no necesariamente, a problemas de comportamiento. Una vez que comprendemos cómo el niño está percibiendo el mundo, un padre puede responder también, más efectivamente, a las necesidades y a las demandas de ayuda del niño para hacer frente a ciertas situaciones adaptándose o evitándolas. Por ejemplo, niños que se irritan al tocarlos suavemente, a menudo responden muy positivamente al tacto firme o la presión profunda. Los abrazos calman a la mayoría de los niños. O para niños con dificultades para filtrar ruidos secundarios y poder atender a las tareas, se podría establecer un lugar especialmente tranquilo en las horas específicas de clase y de realización de los deberes.
3. Buscar pistas sobre tu hijo
Los niños a menudo buscan el tipo de experiencias sensoriales que su sistema nervioso necesita. Si un niño parece estar buscando entradas sensoriales, de tacto, movimiento, sabores, luces o sonidos, puede ser una pista para saber que desea recibir cierto tipo de sensaciones. Si un niño busca una gran cantidad de movimiento, tacto, presión, vibración, estímulos visuales o auditivos, intenta proporcionarle algunas de esas sensaciones en las actividades de juego normal. Por ejemplo, si el niño parece querer un montón de abrazos y presión firme, un padre podría intentar juegos como la soga, juegos de arrollar y rodar, o esconderse y buscarse bajo grandes almohadas o colchones de foam, todas las actividades que proporcionen una propiocepción profunda.
4. Conocer las habilidades de tu hijo
Considera las demandas de tu hijo para procesar las sensaciones y responder. Un niño que se divierte con el movimiento y que tiene un buen equilibrio puede hablar o imaginar cosas mientras se columpia. Un niño con miedo al movimiento, sin embargo, puede necesitar concentrarse mucho simplemente para mantener el equilibrio, de tal manera, que no puede hablar y columpiarse al mismo tiempo. Recuerda que un niño con dificultades para procesar la información sensorial, tampoco responde tan automáticamente como otro niño.
5. Fomentar el espíritu de juego
La entrada sensorial puede ser una fuerza poderosa. Puede actuar para «revolucionar» o incrementar el nivel de atención, o puede tener el efecto contrario atenuándola. Las sensaciones pueden tener un impacto dramático en el sistema nervioso, especialmente para los niños pequeños. Cuando pruebas actividades nuevas, es importante atender a ambos, al efecto inmediato y al efecto a largo plazo en el niño, ya que, experiencias sensoriales nuevas o diferentes pueden afectar al sueño, dormir, comer, controlar la vejiga y el estómago. Una buena regla es no intentar cualquier actividad que parece estar fuera del ámbito de un juego normal.
6. Involucrar al niño en actividades
La fisiología del cerebro que está involucrada en el movimiento activo, la emisión de respuestas y el comportamiento, es diferente de la involucrada en actividades pasivas. La implicación activa depende de la iniciativa del niño, la planificación, la ejecución o la dinámica de la respuesta a la actividad. Involucrarse de forma activa proporciona la mejor oportunidad para realizar cambios en el cerebro y guiar el crecimiento, aprendizaje y mejor organización del comportamiento. Cuando un niño se involucra activamente, percibe más control sobre la situación. Las actividades pasivas, en contraste, requieren más precauciones ya que el niño puede ser menos capaz de demostrar signos de angustia. Además, cuando son planeadas experiencias sensoriales y de movimiento nuevas, normalmente, es mejor enfatizar la participación activa del niño.
Promover la integración sensorial.
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