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Se da cabezazos o se balancea
Lo primero será diferenciar cuánto hay de llamada de atención en estos comportamientos, si se producen durante una rabieta y si cesan cuando no estamos presentes; en este caso, ignorar su actitud hará que tiendan a desaparecer.
Como muchas conductas se mantienen por la preocupación que los niños detectan en los padres cuando las llevan a cabo, el criterio será intentar ignorar la situación cuando el pequeño se balancee o se golpee, a no ser que haya un peligro real y siempre que no haya otro criterio profesional que permita intuir otro tipo de problemas.
Hasta que estas conductas disminuyan, hay que estar muy pendientes de las medidas de seguridad para evitar lesiones: que se dé con un lugar blando o facilitarle cojines y almohadones para que no se haga daño. No tengamos miedo: los niños saben normalmente no exceder la intensidad del golpe para evitar hacerse daño.