18 / 04 / 2024

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¿Qué entorpece la educación de los niños?

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¿Qué entorpece la educación de los niños?

No siempre se tiene claro cuál es el papel de los padres en el aprendizaje escolar, y muchas veces se adoptan actitudes que acaban dañando la educación de los hijos. ¿Qué entorpece la educación escolar de un niño?

– Estudiar con ellos

Cuidado, ser padre y maestro a la vez puede crear conflicto y dependencia.

El deber de la familia es velar porque el niño tenga espacio y facilitarle que aprenda a organizarse el tiempo. Los padres no pueden ser auditores o controladores (también llamados «padres helicópteros»); deben controlar que el trabajo escolar de su hijo esté hecho, pero no entrar en el contenido porque se trata de que las tareas las hagan los niños y así trabajar y potenciar su autonomía. No es conveniente que los críos se acostumbren a trabajar con papá o mamá encima de ellos. Esto les puede generar inseguridad. Si el crio tiene dificultades de aprendizaje, o necesita refuerzo escolar, el consejo es buscar un terapeuta o profesor particular.

– Resolvérselo todo

Cuidado, solventar sus descuidos dificulta su maduración.

«Los niños han de aprender a organizarse y a solventar sus problemas, a cualquier edad, y no hay que mandar a nadie corriendo a comprar tinta de impresora a última hora de la tarde,  porque al día siguiente ha de entregar un trabajo; ni llevarle a la escuela el libro o bocadillo olvidados. Si los padres le resuelven todo «con tal que estudien», no maduran, no asumen sus responsabilidades, ni aprenden a ser autónomos.» (Comellas / Montenegro)

– Focalizar todo en el estudio

Cuidado, hacer de la formación el eje de la vida familiar daña la relación.

Cuando lo primero que le preguntas a tu hijo en la puerta de la escuela es qué deberes tienes o qué nota te han puesto, en vez de cómo te ha ido el día, o con quién te has relacionado, transmites que te interesa el aprendizaje y no la persona. Como apunta la doctora Comellas, refiriéndose a padres de universitarios, «liberan a sus hijos» del trabajo doméstico porque «su trabajo es estudiar»; y continua, «esa persona tiene que vivir, ha de saber organizarse, tener habilidades domésticas y saber relacionarse, y de eso a veces no nos ocupamos, ni nos interesamos por su vida emocional y relacional». 

– Querer genios

Cuidado, sobre-estimular a menudo provoca el efecto contrario.

Es humano y comprensible que todos los padres quieran que sus hijos sean genios. Pero es un pensamiento irreal. A pesar de ello, muchos padres llenan las cunas de sus hijos de artefactos y mantienen al niño permanentemente ocupado con todo tipo de juegos didácticos (las pantallas digitales son un recurso muy extendido) y se afanan para que sus hijos aprendan «mucho y cuanto antes».

Esta sobre-estimulación no solo no influye en una evolución cognitiva más rápida, sino que a menudo tiene efectos contraproducentes en forma de problemas atencionales.

La impaciencia provoca en los padres desesperación ante las primeras dificultades en los estudios, o viven como un fracaso los primeros malos resultados, sin tener en cuenta que la educación es un proceso a largo plazo y que, lo que los niños necesitan para aprender, es paciencia y ánimo. Los padres no deberían considerar los malos resultados como un fracaso porque ello reduce la autoestima de los hijos e incapacita cada vez más a unos y a otros.

– Premiar las notas

Cuidado, el estímulo material desvirtúa y puede aumentar la frustración.

Las notas ni se han de premiar ni se han de castigar; se han de elogiar y aplaudir, o analizar si es necesario dedicar más tiempo al estudio o ver qué puede estar pasando. Si hace falta un estímulo material es que algo no funciona.

– Disfrazar la vagancia

Cuidado, buscar trastornos detrás de los fracasos retrasa la madurez.

Los padres tienden a buscar trastornos neurológicos detrás de los fracasos escolares de sus hijos. Muchos críos fracasan por que son vagos, y eso es inmadurez, no un trastorno mental, y a veces se intenta disfrazar esa vagancia como intolerancia a la frustración  o intolerancia al estrés, cuando lo que tienen es falta de autonomía. Buscar el disfraz del trastorno «des-responsabiliza» a todo el mundo. Incluso al propio chaval.

– Ejercer de detectives

Cuidado, el control absoluto de sus tareas suscita desconfianza.

En lugar de un control absoluto que provocará desconfianza y conductas de evitación; se aconseja acompañamiento lejano (remoto), revisando conjuntamente con el chaval las tareas (será más fácil si empezamos en Primaria) pero dejándolos que sean autónomos para realizarlas y compartirlas con nosotros. Aquellos padres que optan por preguntar la lección para saber si el niño se ha preparado un examen, se aconseja ponerle tres o cuatro preguntas por escrito, porque normalmente no hay exámenes orales; y de nada sirve que el niño se sepa la lección hablando, si luego se expresa mal por escrito, o comete muchas faltas de ortografía.

– Usar el estudio como peaje

Cuidado, las tareas escolares acaban entendiéndose como un castigo.

«- !Castigado a hacer los deberes!» o «-Hasta que no acabes de leer no hay dibujos», son frases que utilizan algunos padres para incitar a sus hijos a realizar las tareas escolares. El tiempo de estudio debe ser siempre un tiempo de tranquilidad y sosiego, no de regañinas. Los padres deben ayudar a encontrar placer en la lectura y el aprendizaje, y eso no se consigue si se plantean las tareas escolares como un castigo o como un peaje para poder disfrutar de actividades placenteras como salir con los amigos, ver la televisión o jugar con la consola.

A medida que crezcan los hijos deben entender la relación entre esfuerzo, dedicación y resultados.

– Proyectarse en los hijos

Cuidado, las expectativas no siempre se adecúan a las capacidades.

En muchas familias pesan más las expectativas de los padres sobre los estudios de los hijos que las preferencias o capacidades reales de estos, y muchos chavales son orientados a estudiar lo que quieren sus progenitores. El ideal dominante, actualmente en crisis, en los padres, es que los estudios universitarios aseguran una salida profesional futura. Estos padres aún no han entendido que lo que tiene salida no son los títulos y los estudios realizados, sino las propias características de la persona.

– No respetar la línea escolar

Cuidado, el modelo de los padres no garantiza el éxito hoy.

Tus experiencias de éxito escolar no tienen por qué ser un modelo de éxito para tus hijos. Que los padres quieran hacer de maestros en casa puede interferir el ritmo o el método pedagógico que sigue la escuela. Uno debe plantearse a qué escuela lleva a su hijo, asegurarse de que comparte las mismas ideas, y luego acompañar al niño en el aprendizaje, pero con respeto al proceso que siguen en la escuela, y no dar al niño mensajes diferentes. Mostrar constantemente desacuerdo con los profesores en presencia de los niños, hace que estos aprovechen esa situación para manipular a unos y a otros.


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