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Niños que no protestan
Protestar e intentar saltarse las normas que ponemos son indicativos de un buen desarrollo. Un niño sumiso que dice a todo que sí, que no rechista, nos lleva a plantearnos que algo le ocurre y debemos enseñarle y animarlo a expresarlo.
Aceptar siempre cualquier orden que venga de otro, sin oponerse, genera en la persona dificultades a nivel psicológico que suelen verse reflejadas con el tiempo a nivel fisiológico (andsiedad, estrés, depresión, reacciones psicosomáticas…).
Cuando el niño resuelva evitando o escapando de la situación sule pasar inadvertido porque: los abuelos no tienen incoveniente en quedarse con él: “No da problema”; en el cole: “Es buenísimo, si no te fijas ni le oyes”; con los amigos: “Qué suerte tienes, ojalá los míos fueran así”. Todo le gusta, con todo se conforma, por nada sube el tono, nada le parece mal y se adapta a cualquier plan que le propongan. Esta actitud no debe confundirnos. No es que tengamos la suerte de tener un santo en casa. Es que este niño hace todo lo que esté en sumano para evitar un conflicto. Cuando un niño no se queja y acata todo lo que le dicen presenta un componente de suminsión que nos da pista de que ocurre algo que se nos escapa y que interfiere en su desarrollo.
Es importante enseñar a los niños a expresar sus emociones, a decir lo que piensa y lo que siente.
Adaptarse a las situaciones es una capacidad que se aprende y no se puede confundir con aceptar indistintamente cualquier orden que venga de los demás. Adpatarse es expresar el desacuerdo e incluso dar alternativas para modificar lo que no le gusta. Aceptar cualquier orden es callar y acatar lo que le imponen, porque le angustia el temor de que cualquier otra actitud genere conflicto.