19 / 03 / 2024

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Hablar de las drogas con los hijos

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HABLAR DE DROGAS CON LOS HIJOS 1.pngA muchos padres les resulta difícil hablar de las drogas con los hijos. Esto también ocurre con temas como el sexo, la muerte o la enfermedad.

En este caso, como en el resto, no podemos afrontar el tema con miedos o amenazas. Frecuentemente creemos que cuanto más alarmemos más fácil será que se distancien de este problema.

Evidentemente, no se trata de hablar de forma simplista, como si no hubiera ningún riesgo. Se debe crear un clima que permita saber qué facilidades hay, cuáles son las prácticas que se dan en su entorno. Debe ser posible que nos expliquen lo que saben sin que, a cambio, reciban grandes discursos, amenazas o privaciones de libertad porque hemos dejado de confiar.

¿Cómo afrontar este tema?

Frecuentemente decimos que la adolescencia es una etapa en la que se buscan nuevas experiencias. También durante la juventud, momento en que los adultos no somos, precisamente, su referente. Actualmente, el riesgo de consumo se inicia ya en la pubertad, no tanto ligado a los centros de secundaria como a los lugares donde se reúne este grupo de edad: espacios públicos, zonas de deporte y de ocio, especialmente.

La primera acción que debemos hacer es no esperar al momento en que, por edad, entendemos que debe abordarse. El respeto a la salud y al propio cuerpo deben inculcarse desde que nacen. En este sentido, no tendríamos que magnificar las informaciones y los riesgos y debemos vincularlo con el consumo de otros tóxicos: tabaco, alcohol y otras drogas, así como con sus repercusiones.

Básicamente se trata de un tema relacionado con la salud.

Las exageraciones son poco aconsejables. Frecuentemente queremos prevenir tanto que provocamos desorientación y evitamos que se reconduzcan posibles experiencias puntuales. No es lo mismo consumir tabaco que drogas de diseño. No es lo mismo la dependencia física que la psicológica. Estos matices deben ser puntales de referencia para los menores.

Lógicamente confiarán más en las amistades que minimizan las informaciones que les hemos dado desde casa, y con las que tendrán la complicidad para hacer aquello que saben que no deben hacer. Por eso les daremos una información el máximo de objetiva posible, sin disminuir los efectos y repercusiones del consumo, los riesgos de los combinados y la dependencia que generan.

Hay recursos tanto en Internet como en espacios públicos (bibliotecas, centros educativos, centros de ocio) y espacios especializados (centros de salud). Es evidente que tienen que disponer de esta información y de nuestro punto de vista antes de que aparezcan los riesgos. Ahora bien, tenemos que hablar con la consideración que confiamos en su responsabilidad. Nosotros no podemos decir NO por ellos, pero tenemos que enseñar a nuestros hijos a saber decir NO. Lo tendrán que decir ellos, y delante de sus compañeros que también están en riesgo de consumir.

Deberemos de estar atentos a posibles cambios de actitud o formas de reaccionar ante las exigencias del día a día. Estos momentos nos deben permitir hablar y ayudar al análisis sin responder con tensión ya que debemos mantener siempre abierta la puerta de nuestra ayuda y colaboración.

Anticipar informaciones, la comunicación con otras familias, con el profesorado y, si cabe, con personal de los servicios de salud, es otro recurso muy adecuado. Deberemos en todos los casos respetar la intimidad y acercarnos a personas que, con más distancia emocional, puedan dar un soporte efectivo.


Hablar de las drogas con los hijos.

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