18 / 04 / 2024

suscríbete: Entradas | Comentarios

share this article on delicious Comparte este artículo en Facebook Comparte este artículo en Twitter Comparte este artículo en Linkedin

Adolescente y relaciones familiares

0 comentarios

Adolescencia y relaciones familiaresSobre el adolescente las relaciones familiares

«Quiero poder amarte sin aferrarme. Apreciarte sin juzgarte. Encontrarte sin agobiarte. Invitarte sin insistencia. Dejarte sin culpabilidad. Criticarte sin censurarte. Ayudarte sin disminuirte. Si quieres concederme lo mismo, entonces realmente podremos reunirnos y ayudarnos a crecer mutuamente» (Virginia Satir). La tolerancia y el respeto a los gustos de cada uno, el respeto a los ritmos y los tiempos del otro, la calidad de la comunicación, el compartir espacios de forma ordenada y el disfrute del tiempo de ocio en familia son aspectos decisivos para que las familias, sean estas tradicionales, monoparentales, extensas, homoparentales, reconstituidas o en cualquier otra forma, no se empantanen.

Nutre la relación familiar con límites claros pero franqueables, que os doten de una identidad clara y definida, y busca la afinidad y la cercanía en la relación. Salva la autoestima de tu alien: está cambiando y, en la zozobra del cambio, aunque creas que no lo merezca, es cuando más te necesita.

Toda familia tiene sus rituales que les sirve para crear un vínculo y fortalecer su relación. La celebración conjunta de festividades —como tu misa del gallo— es prueba de ello. Compartid el poder decisorio en la pareja, buscad la complicidad; también, por qué no, con los abuelos; y consultad igualmente a los hijos, buscad su encuentro, permitid la negociación y la colaboración, aun dejando clara la jerarquía. Facilitad, en fin, el acceso a una participación real en la asignación de roles, en la distribución de tareas y en los procesos de toma de decisiones familiares.

Por otro lado, hay que comunicar de forma clara, directa, espontánea y con humor. Una comunicación que muestre receptividad a nuevas ideas. Tu adolescente te lo agradecerá. Pero recuerda al mismo tiempo que conviene encontrarse de vez en cuando con alguien que nos lleve la contraria: en la vida hay que practicar el fair play, y las broncas entre hermanos forman parte de ese aprendizaje: ayudan a crecer y dotan de resiliencia.

Tu adolescente se va entrenando para entender y ser entendido, respetar y ser respetado; de ti habrá incorporado e incorporará —aunque cada vez menos a partir de los 17— aquello que considere más congruente con quien está tratando de ser, que con suerte se parecerá en mayor o menor medida a lo que tú habías imaginado o deseado. Lo mejor será que después de la adolescencia vuelva, con otro cuerpo y otra voz, el afecto franco y sincero de la infancia.

Las relaciones que mantenemos con los miembros de otras generaciones —la abuela, en nuestro caso— están configuradas por el momento de la vida en que estemos situados y por la coyuntura económico-cultural en que la sociedad se encuentre. Las reglas de relación del pasado de unas generaciones con otras no tienen por qué ser válidas hoy. Son otros tiempos. Aun así, y salvo relaciones deterioradas ya desde la infancia, en la mayoría de los casos, adolescentes y abuelos comparten complicidad, alegría y vitalidad. Si no median dificultades de salud o de relación, la abuela, en su papel intermediador y preventivo de conflictos, pedirá a tu adolescente buenas maneras y tu adolescente pedirá y agradecerá su comprensión y complicidad. De todos modos, la convivencia con los abuelos disminuirá durante la adolescencia, se relacionarán menos y de forma más esporádica; en general, la vitalidad y la alegría que han compartido durante la infancia darán paso a una distancia, más física que emocional.

“¡Tú no eres mi padre y no me vas a decir lo que tengo que hacer!”. Si en la reconstrucción familiar, con tus hijos y la nueva pareja y sus hijos, se diera este comentario – que no creo que sea el caso de tus adolescentes con sus notas escolares diferentes – entonces hay un problema de verdad. Desanímate lo justo y busca colaboración.

Familias reconstruidas como la tuya, o extensas, con abuelos, familias adoptivas, o de madre sola, padre solo, padres LGTBI, familias nucleares, de padres adolescentes, familias pequeñas, numerosas… familias en evolución como las personas y la propia sociedad, con su historia propia y sus dinámicas internas muchas veces insospechadas y desapercibidas, ajenas a nuestra consciencia. Cada familia es única y todos los miembros juegan un papel importante en el puzle familiar. Este es el mensaje que debe acabar cuajando, amalgamando. Al final, la familia es la que tenemos de origen más la que formamos en nuestra vida, la que te toca y la que eliges.

Tampoco hay que sacralizar, con respeto para quien lo haga, a «la familia.» La señora Filo, mi vecina de 96 años, nuestra abuela adoptiva, siempre nos dice: «Més val un bon veí a la porta que un familiar a Mallorca.» («Más vale un buen vecino en la puerta que un familiar en Mallorca«) Créeme, en el fondo, importan más las personas que las filiaciones. (1)

(1) Texto extraído de la ZONA ZEM de mi libro: Valverde Jimena, Javier (Larousse 2019) 40 marrones con hijos adolescentes y cómo afrontarlos con cariño. Un libro pensado para familias con adolescentes que buscan pautas educativas y de comportamiento con las que hacer frente a ese periodo de la vida en el que los hijos inician el tránsito hasta la vida adulta.

Para saber más

Aranzadi Martínez, Juan. (Editorial Universitaria Ramón Areces, 2008)  Introducción histórica a la Antropología del parentesco. En la medida en que todos los seres humanos somos, además de seres «naturales», criaturas culturales, es decir «productos cultivados» en una u otra cultura, estamos condenados inicialmente a ver el mundo, y dentro del mundo las otras culturas, desde la específica perspectiva ideo-axiológica de aquella en la que hemos sido educados.

Funes, Jaume. (Paidós, 2018). Quiéreme cuando menos me lo merezca porque es cuando más lo necesito. Una visión amplia, integradora, realista, a la vez que concreta y contrastada, sobre la realidad actual de las adolescencia, y proporciona criterios y orientaciones de gran utilidad para entender, convivir y educar a nuestros hijos y alumnos. Uno de sus primeros libros, Psicología del preadolescente, en coautoría don Luisa Fernández y Antoni Pellicer (Nueva Cultura, 1980), fue una de mis primeras lecturas en mis inicios universitarios y, aunque los tiempos han cambiado, como cambian las adolescencias, aún lo conservo y consulto.

Levi-Strauss, Claude. (Paidós, 1981). Las estructuras elementales del parentesco. Las estructuras elementales del parentesco son los sistemas cuya nomenclatura permite determinar de forma inmediata el círculo de los parientes y el de los allegados, es decir, los sistemas que, al definir a todos los miembros del grupo como parientes, distinguen dos categorías: los cónyuges posibles y los cónyuges prohibidos.

Satir, Virginia. (Pax México, 1991). Ejercicios para la comunicación humana. Programa integrado de técnicas de comunicación para identificar cómo establecer y ampliar las relaciones satisfactorias, tanto en el terreno personal como en el profesional. De la misma autora, Nuevas relaciones humanas en el núcleo familiar (Pax México, 2000) explica con un estilo simple y directo la fuerte relación entre la vida familiar y la clase de adultos en la que se convierten los hijos, mientras que En contacto íntimo (Neo Person, 2008) se centra en cómo relacionarse con uno mismo y con los demás.


Adolescente y relaciones familiares.

ATENCIÓN PSICOLÓGICA Y EDUCATIVA A DOMICILIO

en Barcelona, Sant Cugat, Sabadell, Terrassa, Vallès Occidental.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


× siete = 28